
Es fantástico cocinar pescados y mariscos porque la mayoría necesitan muy poquito para poder servirlos en la mesa, de hecho lo de «menos es más» se les aplica fenomenal porque simplemente a la plancha, al vapor, asados o fritos están riquísimos.
Calcular la cantidad de sardinas que quieres por persona. Lo ideal es consumirlas cuando están en temporada, de mayo a octubre, y que tengan buen aspecto: brillantes, plateadas, con los ojos brillantes y que al cogerlas estén bien firmes, que no se doble su cuerpo.
Ingredientes:
- 500 gr. de sardinas frescas
- Sal gruesa
- Aceite de oliva
- 2 dientes de ajo
- Perejil fresco
Elaboración:
Lavar las sardinas con agua fría y secar con papel de cocina. No hace falta abrirlas ni limpiarlas más, de hecho así es como más jugosas quedan.
Precalentar el horno a 220 grados con calor arriba y abajo solamente, sin ventilador.
Prepara una bandeja de horno en la que quepan las sardinas sin estar unas encima de otras. Cubrirla con papel de horno y poner una capa de sal gruesa de manera que cubra el fondo.
Colocar encima las sardinas, juntas unas a otras pero sin que estén unas encima de otras. Echar una pequeña capa de sal por encima.
Introducir la bandeja en el horno a altura media y hornear yo las he tenido 10 minutos y estaban perfectas. Rociar con aceite, ajo y perejil, (todo triturado).
Las sardinas al horno deben ir directas de la cocina a la mesa, ya que se suelen enfriar con rapidez, aunque también es cierto que si las sirves directamente en la fuente de horno y se van cogiendo conforme se van comiendo, la fuente y la sal mantienen bastante bien el calor.
A disfrutar de su genial textura y sabor, y sin los molestos olores se pueden comer unas deliciosas sardinas en casa.
SER FELICES.
Me encantan así. Siempre las hago en casa al horno para evitar olores 😉